Una bicicleta por la ciudad

Por: Juan Pablo Castro @JuanPCastro

«No soy un ciclista sólo en el sentido de que viajo en bicicleta, lo soy en el mismo sentido en que algunas personas son socialistas, fundamentalistas cristianos o realistas éticos; es decir el ciclismo es mi ideología, un sistema de creencia sobre la base de la pureza y la economía de movimiento y generosidad con el ambiente… y quiero convertir a otros.”

                             Robert  Hanks

Cuando te montas en una bicicleta el concepto de libertad cobra un significado práctico en la realidad cotidiana y esa relación ciudad-ciudadano se estrecha en cada pedaleada. Cabe decir que mi relación con la bicicleta está íntimamente ligada a mi relación con la ciudad y por eso les compartiré algunas píldoras de la experiencia de un ciclista cotidiano que pedalea diariamente por las calles de Bogotá.

No suelo salir a montar bicicleta por la extensa sabana bogotana y tampoco suelo subir al peaje de Patios (La Calera), algo que con frecuencia sí  hace buena parte de los ciclistas de Bogotá con propósitos deportivos. Yo soy un ciclista de ciudad, un ciudadano que cansado de los abusos del transporte público y de la sensación de angustia y estrés que generan los trancones decidió bajarse de la máquina con motor y convertirse en el motor de la máquina. Soy un ciclista urbano.

Sin duda una de las decisiones más acertadas que he tomado en mi vida ha sido usar la bicicleta como medio de transporte cotidiano, y aún así no todo ha sido alegría. Carros, buses, motos, el estado de las vías y ciclorutas, peatones, vendedores ambulantes y hasta los mismos ciclistas se presentan en el escenario callejero como amenazas para quienes optamos por la bicicleta como primera opción de movilidad.

Los riesgos para los ciclistas en Bogotá son muchos. A pesar de que la cultura cívica de Bogotá tendió a mejorar durante los últimos 15 años, la valoración del ciclista en el escenario urbano sigue siendo significativamente menor que la del conductor de carro o moto. Existe una concepción generalizada de que el ciclista urbano es un personaje que a falta de dinero para comprar carro opta por el caballito de acero para realizar sus desplazamientos por la ciudad. Otros creen que la bicicleta es sólo para andar en los parques, los velódromos o en la ciclovía del domingo, subvalorando los beneficios que su uso cotidiano le generan a la ciudad en su conjunto.

Sin duda el uso de la bicicleta tiene unas repercusiones económicas para quien la usa, situación que la hace comparativamente más atractiva ante sus competidores directos. La bicicleta no paga impuesto de rodamiento, no gasta en consumo de combustible, no cuesta ser parqueada o si cuesta el valor es considerablemente más bajo que parquear cualquier otro vehículo.

Los precios de los repuestos de una bicicleta no se comparan con los de una moto o un carro. Una bicicleta para ciudad puede costar entre $200.000 y $1’200.000 a diferencia de una moto que no cuesta menos de $4’000.000 o el carro más barato del mercado que cuesta $29’000.000. Los beneficios son evidentes para el bolsillo de cualquier ciudadano y no es necesario ser pobre para buscar ahorro en estos tiempos de crisis financiera global.

Además montar en bicicleta mejora la salud, libera endorfinas (esas hormonas que generan felicidad) y aumenta la sensación de libertad e igualdad entre los ciudadanos. Un ciclista saluda al otro en la vía con alegría; un conductor de carro o moto no mira al otro, no hay intercambio de palabras y si lo hay tengan la seguridad que no será precisamente para echarse piropos. La conducta social de un ciclista urbano es considerablemente más amable que la de un conductor de carro, bus o moto. Como diría un amigo: “los ciclistas somos buena gente”.

Usar la bicicleta no sólo mejora el bolsillo y la salud de quien la usa. También mejora el bolsillo y la salud de quien no la usa. Una bicicleta no contamina y por tanto mejora la calidad de vida de todos los ciudadanos en igual proporción. Un automóvil genera entre el 20 al 25% de los dióxidos de carbono que se acumulan en la estratosfera y que incrementan el efecto invernadero y el calentamiento global mientras que una bicicleta no genera contaminación alguna.

Sin embargo y a pesar de estos evidentes beneficios, en Bogotá el uso de la bicicleta es mucho menor de lo que nos podríamos imaginar. A pesar de tener la red más extensa de ciclorutas de latinoamérica, menos del 6% de la población realiza recorridos diarios en bicicleta.

El 90% de los ciudadanos tienen una bicicleta en sus casas o apartamentos pero sólo el 7% la usa más de una vez por semana. Tenemos las bicicletas parquedas mientras que cada vez más carros agudizan la grave situación de movilidad de la ciudad.

Usar la bicicleta debe ser una actitud de cada ciudadano que busca su bienestar y el de su comunidad pero esta última debe garantizar la libre movilidad de los primeros. Una política pública seria y sostenible en el tiempo con respecto al uso de bicicleta como medio de transporte cotidiano debería ser una de las prioridades para Bogotá como ciudad global. Hemos perdido el rumbo de la bicicleta como bien público.

El Sistema Integrado de Transporte Público – SITP, próximo a entrar en ejecución en Bogotá, no integra la bicicleta al modelo de ciudad. No cabe duda de que el futuro de la movilidad está estrechamente relacionado con la bicicleta y que su articulación a la ciudad sigue siendo un sueño no muy cercano para muchos Bogotanos quienes a pesar de las circunstancias seguimos pedaleando por una ciudad más amable con nuestros con-ciudadanos, con el ambiente, con nosotros mismos y con las futuras generaciones.

Juan Pablo Castro M – Combo 2600

6 comentarios en “Una bicicleta por la ciudad

  • Excelente articulo, has logrado bajarme de la ideologia del motociclista, desde hoy con la misma pasion con la que alguna vez construimos un gran combo de amigos defendiendo otro tipo de ideales, me uno a la ideologia del CICLISMO URBANO.
    Pronto en las calles de bogota pedaleando por una mejor calidad de vida y una ciudad LIBRE.

  • Me gusta mucho la exposición de hechos que resumes en el articulo, y que lastima que no existe la voluntad política de generar esfuerzos por promover la bici como un sistema integrado de transporte y de vida para muchos ciudadanos. Los grandes cambios requieren mayor trabajo, mayor perseverancia, más corazón, pero lo ++ importante es que no eres una rueda suelta porque muchos compartimos tú visión, y poco a poco convenceremos a muchos más de una metamorfosis hacia una calidad de vida mejor.

  • Yo utilizo la bicicleta, porque es un medio de transporte efectivo. Al igual que el autor de este articulo vivo en Suba y trabajo en el C.A.D. Me canse de un transporte masivo agotador y el sueño de clase media (que jamas he tenido) de tener un carrito… a los pocos meses me di cuenta que ademas de ser efectivo porque llegaba muy rápido a cualquier sitio es una maquina de la felicidad, un multiplicador de amigos, un cohesionador de sociedades y sobre todo un transformador de temperamentos.

    Hoy junto a cientos de amig@s soy promotor del uso de la bici,participo activamente en cuanto evento a dos ruedas haya y estoy plenamente convencido de nuestra obligación histórica de como Bogotanos ciclistas hacer la revolución de la bicicleta, solución contundente al problema de movilidad que nos aqueja diariamente y que empaña la hermosa ciudad que tenemos.

    Soy ciclista urbano y es mi ideología.

    @fabianmunar

  • Muy de acuerdo con el articulo, es un suegno que perseguimos muchos como voz….
    Creo que los ciclistas ya estamos convencidos de esto, ahora la labor es llegarle a todo ese combo que tiene la bici guadada en el garaje o bajo sol y agua…

    Suerte pedaleros…

  • Soy ciclista urbano desde hace más de 5 años. Recorro unos 13 km diarios desde mi casa al trabajo. Urge la construcción de ciclo puentes y/o la adaptación de puentes peatonales como ciclo/peatonales, para llegar más rápido a nuestros destinos. Las inversiones requeridas son insignificantes y se promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte rápido, limpio y saludable. También aumenta la seguridad del tráfico ciclo/peatonal, ya que se delimitan física y visualmente los espacios destinados a los peatones y a los ciclistas y se obliga al ciclista a descender a velocidad moderada mediante la instalación de resaltos en los extremos de los puentes peatonales (afilados en el sentido descendente pero como rampa en sentido ascendente) ¿Cómo hacemos llegar una propuesta de ciclo movilidad seria a las autoridades?

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