Por: Gabriel Andrés Millán G.
Últimamente en Bogotá se ha venido hablando mucho sobre los procesos de densificación por los que debe pasar la ciudad para lograr frenar y controlar el mal uso que se le ha dado a algunas áreas urbanas y sobre el crecimiento desenfrenado y desmedido hacia sus bordes periféricos. Dicho crecimiento ha traído consigo otros problemas que afectan la calidad de vida de muchos ciudadanos, como los largos y demorados recorridos que se dan en nuestro actual y colapsado sistema de transporte o incluso la dificultad de poder acceder a algunos servicios públicos.
Como parte de la solución a estas problemáticas, se ha propuesto que se comiencen a densificar ciertas zonas de la ciudad y con el paso del tiempo se han generado nuevas normativas urbanas que promuevan al gremio constructor a que aumenten su producción inmobiliaria. Una de esas normativas fue quitar la restricción de altura en el límite de construcción en algunas zonas del centro de la ciudad, más exactamente sobre la Calle 19, con el acuerdo de que los constructores cumplieran 2 condiciones primordiales.
La primera es que se destine el 20 por ciento del área construida para Vivienda de Interés Prioritario (VIP), y para lo cual las firmas tendrían tres opciones: 1. Reservar parte del terreno del proyecto -lo que pondría a estratos 1 a 5 a vivir juntos y a pagar una misma tarifa de servicios públicos-. 2. Pagar al Distrito un valor equivalente ó 3. Entregar un área en otra zona de la ciudad. La segunda condición es que reserve espacio para áreas verdes, vías y colegios, proporcional a la altura de los edificios.
Actualmente, en la carrera 5ª, entre las calles 19 y 20 se está construyendo el BD Bacatá, el cual pretende ser el rascacielos más alto de Colombia con 66 pisos y así convertirse en un gran hito de la ciudad y del país; sin embargo, a pesar de ir en la corriente de densificar e intentar generar buenas condiciones al interior de su diseño, este proyecto podrá ser un claro ejemplo de lo que puede pasar a futuro si se siguen presentando casos como este en otras partes de la ciudad.
EL BACATÁ INTERIOR
Para nadie es un secreto que no solo basta con que se densifique una zona para que esta traiga beneficios, sino que se debe dar en conjunto con otras medidas que ayuden a acercar oportunidades y reducir tiempos de viaje a los habitantes de la zona.
Una de estas medidas, y con la cual el BD Bacatá ha logrado acertar, es con generar al interior de su diseño una mezcla de usos que incluye vivienda, oficinas, hotel, centro comercial de convivencia y parqueaderos (privado y público). Debido a esto, el Bacatá ha sido conceptualizado como un moderno Resort urbano, en el cual, en el caso “ideal” de que se alinearan las constelaciones y todo fuera perfecto, una persona podría vivir, trabajar y hacer compras con tan solo realizar unos cuantos recorridos peatonales, sin tener que salir del rascacielos gracias a que lo tendría todo en un solo lugar.
Por otro lado también hay que destacar que su diseño incluirá techos y terrazas verdes, aprovechamiento de aguas lluvias, y otros componentes que ayudaran a darle un buen manejo a la luz natural y los vientos, ayudando con esto a reducir el gran gasto energético que se genera con la luz artificial y la ventilación.
LA BACATÁ EXTERIOR
Si bien, dicho rascacielos logra reunir características admirables en cuestiones de sostenibilidad y la mezcla de usos, ignora en gran medida el contexto, entorno y escala en el que está siendo desarrollado. La Calle 19 y la Carrera 5 son actualmente vías congestionadas, que aparte de congregar un gran flujo peatonal con universitarios, empresarios, comerciantes y residentes de la zona, también tiene un gran flujo vehicular, del cual no solo hacen parte los vehículos privados y buses del SITP , sino también los buses chimenea que aún no han sido sacados de circulación.
Al momento de inaugurarse el BD Bacatá entrarán al conjunto de vehículos existentes, un mínimo de otros 737 (cantidad de parqueaderos que tendrá el Bacatá), y que estarán ingresando y saliendo constantemente del rascacielos, generando consigo una congestión peor a la ya existente, sin contar con todos aquellos que solo lleguen a su exterior para llevar gente, dejando como resultado el colapso inminente de estas vías.
De igual forma, el éxito económico que genera el interior del Bacatá con su mezcla de usos, afectara a los pequeños negocios que se encuentran a sus alrededores, reduciéndoles su demanda de posibles consumidores. Y por último, pero no menos importante, el espacio público generado y rehabilitado por parte del proyecto para los habitantes de la zona, será insuficiente.
Es cierto que proyectos como el BD Bacatá traen consigo varios beneficios para toda la ciudad, pero si no existe un claro dialogo con el entorno en el que se desarrolla, podrá muy posiblemente llegar a deteriorar sus alrededores, y pasar a ser un parche en medio del caos.
Se necesitan más proyectos y procesos de densificación en varias zonas de la ciudad, pero que vayan en concordancia con todo un plan, para que proyectos como el Bacatá queden a la altura de su entorno urbano y para que Bogotá quede a la altura del que será el rascacielos más emblemático de Colombia.
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