Lugares para detenernos y hablar

Por Fabian Munar-@fabianmunar- (Columnista Invitado)

Del afán no queda si no el cansancio, comprendí una noche que tomé un colectivo repleto de gente para ir a ver a mi novia que se presentaba con su grupo de tango. El colectivo quedó atascado en un trancón obvio, y digo obvio porque la presentación era a las 7:30 pm y yo muy inocentemente lo tomé a las 6 pm para “llegar con tiempo” cuando cualquier Bogotano sabe que a esas horas los tiempo de desplazamiento se duplican y hasta triplican en Bogotá. Entre las razones para el trancón, el uso excesivo del vehículo particular, la insuficiente infraestructura, la falta de promoción de la bicicleta y la carencia de un mejor sistema de transporte masivo.

Por supuesto no llegué a la presentación de mi novia.  Tampoco lo intenté. A la mitad del camino me bajé furioso del bus, caminé al café más cercano, entré, y al calor de la música, en una cómoda silla y con una bebida caliente, esperé las 9:00 pm. Ahí sí, el momento indicado para emprender mi retorno a casa.

Durante ese tiempo vi cómo las personas esperaban horas para que algún bus o taxi les parara. Quienes tenían suerte se subían a la fuerza mientras otras personas se bajaban, y hubo otros que sólo lograron conseguir transporte hasta el momento que yo decidí intentarlo nuevamente, al empezar a caer la hora pico. En ese instante pensé: ¿Por qué estas personas no se detienen un segundo y esperan para llegar más cómodos, tranquilos y hasta más rápido a su casa?

Y entonces me surgió la siguiente reflexión: Nos hacen falta lugares para detenernos y encontrarnos.

Bogotá es tal vez la ciudad más agresiva de Colombia y entre las cientos de razones para que ello sea así, están el estrés colectivo, la percepción de inseguridad y la caótica movilidad. Personalmente, creo que la principal causa es la falta de interacción entre nosotros los ciudadanos.

En Bogotá no hay espacios para sentarse y conversar sin que medie el dinero. Y esto se debe a varios factores: 1) climáticos: en Bogotá llueve demasiado y el frio muchas veces nos hace huir a casa, 2) estigmatización: no puedes estar en un parque sentando con tus amigos y amigas sin que la policía y los vecinos piensen que eres un delincuente, 3) distancias: podríamos ir a la casa de algún compañero a tomarnos un café y hablar, pero este vive muy lejos de un punto común.

Yo propongo que en Bogotá se creen más espacios para el encuentro público de sus ciudadanos. Deben ser cómodos, cálidos, iluminados y ambientados con música suave y aledaños a las grandes avenidas. De esta manera, quienes quieran y puedan llegar más tarde a casa podrán esperar hablando con sus compañeros de oficina o de universidad, y emprender camino una vez bajen el flujo vehicular, el nivel de estrés y demás males que tanta locura generan.

Imagínese ver la estación de Transmilenio llena de gente y al lado: un lugar con cómodas sillas, vidrios anti ruido, una biblioteca de libros al viento, un cantante independiente, un conversatorio sobre la música. Si promovemos una pausa diaria bien sea para meditar o conversar entre unos y otros, afrontaremos el día de una manera más tranquila. Comprenderemos que no somos enemigos, nos respetaremos más, y en general, mejoraremos la calidad de vida de la ciudad.

En Bogotá hemos dedicado muchos recursos para construir una “mejor ciudad” pero qué poco hemos invertido en construir mejores ciudadanos; ciudadanos felices.

1 comentario en “Lugares para detenernos y hablar

  • Hola Fabian,

    Tu propuesta es muy buena, ahora hacen algo que parece algún tipo de BETA y se llama Música a la Carrera en el Jorge Eliecer de costo gratuito. Espacios como estos masificados x zonas con café, libros y arte le quitaran el afán innato al Bogotano por llegar a casa

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