El debate de Grin y las scooters eléctricas

Por: Daniel Cano @danielcanogomez

 

Las scooters eléctricas son una realidad que se tomó Bogotá hace poco. Operadores como Grin, con el apoyo de Rappi, y Movo, operado por Cabify, han implementado un sistema de alquiler de scooters eléctricas por varios sectores de la ciudad. Estos sistemas pueden ser muy útiles, pero generan grandes impactos en la ciudad. Si vamos a incluir estas nuevas tecnologías, es importante que abramos el debate y tomemos las medidas para usarlas correctamente.

 

Primero que todo, ¿Qué son estas APPs y qué es lo que hacen? Se trata de un servicio de economía colaborativa, por medio del cual se pueden alquilar patinetas eléctricas. Para usarlas hay que tener la aplicación en un teléfono inteligente, escanear un código QR en el scooter y arrancar. El cobro se hace por tiempo de uso de la patineta a través de tarjeta de crédito.

 

Hasta ahora todo muy interesante: una tecnología innovadora, una nueva forma de moverse por la ciudad, 100% eléctrica, fácil de usar y disponible cuando el usuario la necesita. Pero, a decir verdad, esta tecnología se puede convertir en un karma para la ciudad.

 

Empecemos viendo el lado bueno de las scooters:

Primero, son una opción de movilidad eléctrica cero emisiones. Bogotá tiene hoy más de 480.000 motos y son el tipo de vehículo que más se vende en la ciudad. Según datos de la Secretaría Distrital de Ambiente las motos son causantes del 34% del material articulado de origen rodante en la ciudad (SDA, 2018). Así que promover un modo de transporte que no genera emisiones puede ser de mucha utilidad para la ciudad.

 

Segundo, pueden ser un excelente alimentador de Transmilenio y del futuro Metro. El dilema de la última milla es un dolor de cabeza para los sistemas de transporte en general. Transmilenio tiene los alimentadores y los buses complementarios (naranja), pero estos no siempre son la opción más eficiente para llegar desde la estación a los lugares de destino. Tiempos de espera largos y paraderos lejos del lugar de destino son algunos de los problemas que hacen que los usuarios no los usen regularmente. Ya es bien sabido que en barrios como Mazurén y Cedritos, a causa de la distancia al sistema principal y la falta de alimentadores, se han consolidado sistemas de taxi compartidos y bici-taxi (que, además, hace unos años implementaron motores a gasolina altamente contaminantes, que aumentan la velocidad y, por tanto, el riesgo de accidentalidad). Ambos sistemas en contra de la normatividad vigente. Si se ponen estaciones de patinetas eléctricas de manera estratégica, serían una buena alternativa para esas últimas cuadras desde la estación al lugar de destino.

 

Tercero, pueden ser usados como lo que Jeff Speck, experto en caminabilidad, llama aceleradores peatonales, es decir, sistemas que ayudan a los peatones en tramos cortos de su recorrido. De esta manera, las personas pueden considerar, más fácilmente, la caminata como una forma de desplazamiento. Imaginémonos que estamos en la Plaza de Bolívar y debemos ir al Centro Internacional. El recorrido es demasiado largo para hacerlo a pie, pero muy corto para usar Transmilenio, si la persona puede hacer parte del recorrido en un scooter seguramente va a evitar tomar un carro, taxi o similar.

 

Buenísimo ¿cierto?, ¿Deberíamos salir corriendo a pedir la Cruz de Boyacá para Movo y Grin? No tan rápido. Estos sistemas están en un limbo jurídico, no están autorizadas por ninguna autoridad, pero tampoco existe la normatividad que las prohíba, (como si se prohíbe el mototaxismo). Entonces, al igual que Uber, Rappi, entre otros, no son ilegales, pero tampoco son 100% legales. De hecho, el Ministerio de Transporte está apoyando junto con la Alcaldía de Cali un plan piloto en un sector de la ciudad.

 

Por otra parte, estas empresas se están tomando el espacio público de manera arbitraria. Los andenes, que en Bogotá ya son insuficientes, no son el espacio para dejar parqueadas las scooters, más cuando empresas privadas se están lucrando de dicho espacio.

 

Finalmente, estos aparatos son bastante peligrosos de usar. Las recomendaciones de seguridad son pocas y en algunos casos bastante alejadas de la realidad. La misma aplicación recomienda usar casco (de propiedad del usuario), cuando el servicio es promovido para hacerlo de manera casual. Aun si el usuario tiene un casco, es poco probable que lo tenga a la mano cuando decida usar el servicio. Igualmente, recomiendan usarlas solo por ciclorrutas, pero tienen muchas estaciones alejadas de una ciclorruta.

 

Las scooters tienen poca estabilidad y es fácil caerse o perder el control. Son aparentemente fáciles de usar, pero esa simpleza es la que puede llevar a que una persona termine cometiendo errores al conducirlas. Según varios ejercicios realizados por el Combo 2600 con scooters de Grin, la velocidad máxima es de 25 km/h, aunque no es tan sencillo alcanzar esta velocidad. Sin embargo, llegar a 20 km/h no es difícil y la maquina tiene suficiente pique para hacerlo en menos de una cuadra. 25 km/h para una patineta que transita en espacios con peatones, personas de movilidad reducida, entre otros, es una velocidad demasiado altA.

 

En conclusión, estos vehículos son una innovación interesante para el transporte en la ciudad, le aportan a la movilidad y pueden ser unos aliados de Transmilenio y de la movilidad sostenible. Pero, para que no nos ganen los problemas, estas empresas deberían llegar a acuerdos con las autoridades para operar de manera regulada y ordenada. Aplaudimos el ejercicio de Lime en Cali y ojalá Bogotá pudiera hacer algo similar.

 

Como recomendaciones para una eventual reglamentación planteamos las siguientes ideas:

 

  1. Que la velocidad límite no supere los 20 km/h.
  2. Que se utilicen solo en ciclorrutas y vías secundarias, por lo que sus estaciones deberían estar ligadas a la red de ciclorrutas.
  3. Designar los puntos de parqueo en lugares que no afecten de manera integral el espacio público y que las empresas paguen a la ciudad por usar estos espacios.
  4. Poner estaciones de parqueo cerca a las estaciones de Transmilenio y permitir el uso de la tarjeta Tullave para usarlas.

 

Aprovechemos que todavía no es muy tarde para integrar esta tecnología a la movilidad de los bogotanos y hagamos que se implemente bien, sin dañar el espacio público ni aumentar el riesgo para los peatones.

2 comentarios en “El debate de Grin y las scooters eléctricas

  • DEMASIADO ACERTADO EL ESCRITO SOBRE las scooters eléctricas. ESTAMOS A TIEMPO PARA GENERAR LAS DIRECTRICES CORRECTAS PARA IMPLEMENTAR ESTE TIPO DE MOVILIDAD A LA CIUDAD. QUE NO NOS VUELVA A PASAR COMO NOS OCURRIÓ PRIMERO CON LAS MOTOS, DESPUÉS CON EL MOTOTAXISMO, DESPUÉS CON EL SERVICIO DE BICI TAXI (ALIMENTADORES) Y POR ÚLTIMO LO QUE ESTÁ PASANDO CON LAS BICICLETAS.

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