Por: Sebastián Castañeda @SCastanedaS
El sistema de parques de la ciudad se deteriora de manera preocupante, y frente al rezago de la administración distrital para responder con eficacia a la demanda de mantenimiento y recuperación del mismo, las alianzas publico-privadas se convierten en una alternativa que puede contribuir a la mejora de la calidad urbanística de Bogotá.
Lo primero que hay que decir es que la iniciativa privada no debe ser satanizada y que en ningún caso debe sustituir al Estado en su tarea reguladora y garantista del espacio público. El hecho que en la gestión urbana participen actores privados no es sinónimo de privatización, pues ésta debe enmarcarse necesariamente en arreglos institucionales que salvaguarden el interés público de accesibilidad al espacio. Por supuesto, lo anterior solo es posible si se tienen instituciones fuertes, con capacidad real de negociación frente a los gremios, condición sin la cual es probable que se caiga en una lógica de desarrollos privatizadores de ciudad.
Algunos ejemplos ilustrativos.
Son varios los casos en los que la participación de la agencia privada se ha traducido en una mejora ostensible de la calidad urbanística de las ciudades y en donde lo público ha salido fortalecido.
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Docklands – Londres: la necesidad de revitalizar los muelles ubicados en la parte oriental de la ciudad, junto con la urgencia de generar suelo para desarrollos inmobiliarios que acogieran servicios financieros y comerciales, oferta de vivienda y de espacios colectivos, obligó a que en la década de los 80 se implementara, bajo la coordinación del London Docklands Development Corporation, un ambicioso proyecto de renovación urbana donde la iniciativa privada fue protagonista
- Puerto Madero – Buenos Aires: Con el Plan Maestro para Puerto Madero se buscó desarrollar una propuesta integral que incluyera usos mixtos, servicios financieros y comerciales, así como zonas habitacionales dotadas de generosos espacios públicos. Sin embargo, lo más interesante fue la participación de alrededor de 52 empresas encargadas del desarrollo inmobiliario del sector. Los gremios, gracias a los atractivos índices de edificabilidad y las proyecciones de valorización de la zona producto de la inversión pública estimada, se convirtieron en socios estratégicos de la ciudad.
En Bogotá tenemos al menos dos experiencias ilustrativas de la alianza público-privada en la gestión del espacio público. La construcción del parque el Virrey y del parque de la 93, en alianza con los vecinos y grupos económicos del sector, permitió no solo procesos de valorización generosos con los propietarios, sino que mejoró la calidad de vida de los habitantes de sus alrededores.
Quizá la mayor dificultad sea encontrar socios para los proyectos, interesados en invertir en sectores de la ciudad en donde los retornos no serían inmediatos. Sin embargo, las motivaciones del sector privado son diversas y los beneficios de invertir en la ciudad se manifiestan de múltiples formas.
Una ciudad con espacios de esparcimiento y recreación cualificados, en donde se promuevan actividades deportivas y culturales que fortalezcan el tejido social, ofrecería a sus habitantes las posibilidades de descargar emocional y físicamente, los vestigios de semanas transcurridas entre el sedentarismo y la congestión urbana. Disminuir los niveles de estrés de los bogotanos – que por cierto son altamente preocupantes – aumentaría la motivación para el desempeño laboral, la eficiencia y con ella la productividad de la economía distrital. Aliciente justo para los empresarios capitalinos.
Ya para finalizar, creo que lo más importante es rescatar la alianza público – privada como una alternativa real de gestión urbana, identificar en el sistema de parques de la ciudad y en su relación con la estructura del espacio público, una posibilidad inigualable de mejoramiento de la calidad y el confort de la vida urbana. Será tarea de las entidades distritales pertinentes la elaboración de ambiciosos instrumentos de planificación y gestión urbanística, que avancen hacia la vinculación de otros actores de la ciudad en un esfuerzo por armonizar el interés y beneficio público con la iniciativa económica privada.