El valor agregado de la bicicleta en Bogotá

Por: Andrés Felipe Vergara
Columnista invitado
@AndresVergaraB

De manera amable quiero responder el artículo escrito por mi amigo Martín Rivera Alzate, quien ha sido un gran compañero en la construcción de ciudad, con quién he pintado cebras, homenajeado peatones, y quién ha asistido a varios de los Ciclopaseos de los Miércoles. Sé que Martín se transporta en bici y que es una persona crítica. Pero quiero debatir su artículo “la elitización del uso de la bicicleta en Bogotá”.

Lo primero que quiero manifestar es que la bicicleta en Bogotá es  sinónimo de inclusión social, de democracia, de igualdad y de sencillez. En una ciclorruta los ciclistas no compiten entre si, pero sí están en mejores condiciones que quién va en un carro. Por ejemplo en hora pico una ciclorruta a un humilde jardinero que se transporta en su bicicleta le rinde más, tiene menos estrés y tiene mejor calidad de vida que una persona que se transporta en carro.

Fuente: Diario ADN

Siempre he manifestado que nuestros héroes y modelos a seguir son los celadores y obreros que han utilizado la bicicleta desde hace muchos años, incluso antes de que se construyeran las primeras Ciclorrutas, y considero que estas personas, sin que ellos se dieran cuenta, han tenido una mentalidad progresistas y un comportamiento inspirador. Son esas personas que  durante años fueron vistos como ciudadanos de segunda categoría, a los que edificios, parqueaderos o centros comerciales no dejaban entrar con su bici. Pero gracias a los procesos que han ocurrido en los últimos tiempos, ellos, los ciclistas de siempre, son los que más se han  beneficiado: ya no son ciudadanos de segunda sino un ejemplo a seguir.

Lo segundo que quiero manifestar es que el hecho que donde más se haya incrementado el uso de la bicicleta sea en los estratos medios y altos es una gran noticia. Esto significa que la bicicleta está rompiendo barreras sociales: los estratos altos están aprendiendo de los estratos bajos, la bicicleta está haciendo más humilde y sencilla a muchas personas. Muchos se están bajando del  carro para entrar en contacto con la ciudad. Ahora los gerentes de las multinacionales piden recomendaciones a los celadores para que les enseñen a transportarse en bicicleta. Esto es algo supremamente positivo para una sociedad excluyente como lo es la bogotana y ojalá sucediera much más a menudo.

También ocurre que muchos de los ciclistas en Bogotá, aun teniendo carro preferimos no utilizarlo entre semana. Y esto tiene que ver con una motivación práctica y no filosófica y es que al utilizar la bicicleta escapamos el trancón, no nos gusta esperar un Transmilenio lleno, evitamos irnos en un ineficiente bus que en 5 minutos ha parado 500 veces y no nos gusta rogarle a un taxista que nos lleve de un lado a otro. Inclusive cuando llueve, una bicicleta con guardabarros y un buen poncho, hacen de ésta la mejor opción.

Por último, el tema de la moda. Personalmente prefiero llamarlo “poner la bicicleta en la agenda”, y ha sido en gran medida un resultado del trabajo de diversos colectivos que han surgido en Bogotá en los últimos años. Parte de la responsabilidad de que Bogotá pasara de tener 281,424 viajes en bicicleta en 2005  a 474,552 viajes en 2011 ¡sin que se construyeran Ciclorrutas ni se mantuvieran las existentes! es la labor de los colectivos. Y si se tomaran los datos de 2013, seguramente la cifra mostraría otro incremento significativo.

Los colectivos que promueven la bicicleta han logrado que las personas tengan la oportunidad de pensar diferente y ver en la bicicleta un estilo de vida que ofrece beneficios tanto para el usuario como para la ciudad. Quiénes han participado de algún evento organizado por los colectivos de la bicicleta se convierten en agentes de cambio y logran contagiar a sus compañeros de estudio, de trabajo o de habitación de los beneficios que ofrece la bicicleta. El movimiento bicicletero crece, se compone de gente propositiva, de personas que dan ejemplo más que argumentos, participan personas de todos los estratos, profesiones, edades, estilos, lo que muestra todo lo contrario de la elitización. Y si nos fijamos en el tipo de bicicletas que utilizamos, veremos de todo tipo: fijas, plegables, montaña, ruta, bmx, etc.

También hay que destacar que lo realizado en Bogotá por alcaldías como las dos de Antanas Mockus, la de Peñalosa  y la de Gustavo Petro también ha influido. El liderazgo político es importante para poner la bicicleta en la agenda.

Por eso estoy convencido que la bicicleta le está ofreciendo un valor agregado a la ciudad, más allá de sus cualidades como medio de transporte. La bicicleta cada día adquiere un rol más relevante y visible en la sociedad lo que ha contribuido en romper varias de las barreras que han existido, logrando una mayor integración entre los bogotanos. No creo que se trate de una moda; estoy seguro que es el resultado de un proceso constructivo al que muchos ciudadanos le hemos aportado. Y lo seguiremos haciendo.

——————————————

Andrés Felipe Vergara Ramírez:  Politólogo y abogado. Ciclista urbano y rural. Deportista desde siempre y para siempre. Que viva el debate y la controversia. Fundador de Los Ciclopaseo de los Miércoles y A los Andes en Bici. Trabaja con Mejor en Bici y asesora a la Secretaría de Movilidad en modos de transporte no motorizados. Un perfil más detallado haciendo click acá. 

Las opiniones aquí escritas son responsabilidad del autor y podrían coincidir o no con la opinión del Combo2600.

 

 

3 comentarios en “El valor agregado de la bicicleta en Bogotá

  • Como bien sabe, estoy de acuerdo con su punto de vista.

    Sólo un comentario, creo que asegurar que alguien que va en bicicleta tiene «menos estrés» es completamente relativo.

    ¿Qué genera más estrés?
    ¿estar encerrado en un carro? o
    ¿tener que esquivar al carro, no hablarle a nadie porque le van a robar la bicicleta, tener que aguantarse las insultadas de la gente que no entiende que tenemos la prioridad, la ciclorruta inconclusa, tener que invadir el espacio de peatones con ciclorrutas sobre el andén?

    En fin, a mi personalmente si me genera menos estrés, pero de nuevo, es relativo.

    Interesante pregunta de investigación pa que le propongan a Bocarejo!

    un abrazo!

    • A pesar de que no comparto la postura 100% anti carro (casi como el anticristo), sí estoy de acuerdo con lo mucho que relaja andar en bici. Que si vamos menos o más estresados que el que va en carro creo que es algo que salta a la vista: trancones y/o buses repletos, especialmente en las horas pico, si bien no son momentos «determinantes» de la vida sí generan algo de fastidio o mucho, dependiendo de qué tan sofocad@ se sienta el pasajero; por eso, en ese sentido, la bici es una excelente alternativa. Cuando voy en bici siempre voy relajada mientras no me meta por zonas riesgosas tipo Bronx… o mientras no sea muy tarde (de noche) y/o no vaya sola. Casi no se conversa con la gente porque vamos metidos en nuestro propio cuento pero también a veces podemos apreciar diferentes cosas bonitas, detalles que se ven por ahí… cosas relacionadas con la bici o no, un hombre pedaleando con su hijo, unos graffiteros dejando un mensaje de paz colorido… qué se yo. La sensación de libertad y relax en la bici no se compara con nada…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: