Si no se regula se Pudre – Primera Parte

Por: Diego Laserna @DgLaserna

Dentro de los cientos de textos que me tocó leer mientras estudiaba ciencia política, “Guerra y Construcción del Estado como crimen organizado”, por el sociólogo gringo Charles Tilly, fue uno de los que más me impactó.  Se los recomiendo a todos los que tengan algún interés en la política.

Años después de la universidad, ahora que trabajo en el Distrito me he acordado del texto de Tilly y me ha hecho reflexionar sobre la relación entre el Estado, la informalidad  y las mafias en Bogotá.  Les comparto mis reflexiones que, aunque tienen alguna relación con el texto de Tilly, pueden no ser totalmente fieles a su teoría.

Para que un estado funcione bien no sólo debe tener un monopolio de las armas sino que también debe ser un regulador eficiente de la economía. Estas dos características le permiten recoger tributos, enriquecerse y ofrecer más y mejores servicios.  Si el Estado no es un regulador eficiente de las actividades económicas, poco a poco surgen mafias o “paraestados” que se encargan de regular esas actividades y además de quitarle tributos,empiezan a erosionar su monopolio de las armas.

Funcionamiento Ideal

ideal

Funcionamiento con Seguridad o Regulación defectuosa (estilo Bogotá)

defectuoso

En ciudades como Bogotá, es evidente que el estado ha fracasado en la regulación de una amplia cantidad de actividades que llamamos “informales” y que eso ha abierto espacios para que prosperen mafias que no solo se lucran de su regulación, sino que poco a poco van desarrollando un poder armado con capacidad de enfrentar al Estado.

La idea en mis próximos tres artículos es mirar casos concretos en Bogotá donde la falta de regulación y control de ciertas actividades económicas por parte del Estado ha permitido que surjan mafias que organizan estas actividades de manera arbitraria. En este primer artículo la idea es definir qué son las mafias, en el segundo  expondré algunos casos concretos de estas mafias en Bogotá y en el tercero haré algunas sugerencias sobre cómo el Estado puede quitarles el espacio a las mafias y qué implicaciones tendría esto sobre el desarrollo de la ciudad.

Tomada de deviantart.com

Tomada de deviantart.com

Para efectos de estos tres artículos propongo definir las “mafias” sin ninguna valoración positiva o negativa como organizaciones con las siguientes características:

  1. Que están armadas
  2. Que buscan la rentabilidad
  3. Que regulan una o varias actividades económicas competitivas y rentables
  4. Que exigen un tributo a los “dueños” de estas actividades a cambio de proveerles seguridad  ante una amenaza real o imaginaria.

Si estamos de acuerdo hasta ahí, los invito a reflexionar  sobre las similitudes que tiene una de estas organizaciones con lo que conocemos como “Estado” en su etapa más primaria. Evidentemente un Estado hoy provee muchos más servicios que seguridad y tiene unas sanciones más civilizadas que las mafias; pero si hacemos el ejercicio de concentrarnos en la relación básica que hace posible la existencia del Estado, ésta sería proveer seguridad a unos “productores” a cambio de un tributo y en ese sentido se parecen muchísimo a las mafias, según las acabo de definir.  Aparte de la evolución actual del Estado, quizás la única otra diferencia que éste tiene con las mafias, es que el Estado por definición tiene una legitimidad que aquellas no. Pero dejemos por un segundo la cuestión de cómo se obtiene ésta legitimidad a un lado.

Estado

Mafias

Método para obtener Recursos

Impuestos

Extorsión

Mecanismo para ejercer Autoridad

Policía

Matones

Reglas

Leyes

Ordenes

Castigo

Cárcel/multa

Violencia

Método de Expansión

Guerra

Vendetas

 

 

 

 

El punto importante por ahora es que las mafias y el Estado tienen una esencia tan parecida que donde no hay Estado y hay una actividad económica competitiva y rentable, inmediatamente aparece una mafia como un agente regulador. Al apoderarse una mafia de este negocio, esta se convierte en una competencia económica y armada de este.

 

Específicamente en Bogotá hay una gran cantidad de actividades económicas rentables y competitivas que el Estado no se ha molestado por regular o cuya regulación no tiene cómo controlar y por ende ha entregado a las mafias.  Los ejemplos van desde las ventas ambulantes hasta el parqueo en vía, pasando por la publicidad exterior visual,  la limosna y hasta los malabares.

Aunque para un observador distraído todas estas actividades pueden parecer “espontáneas”, detrás de cada una de ellas hay una mafia que ha definido unas reglas muy claras de comportamiento cuyo cumplimiento se garantiza con una amenaza constante de ejercer violencia contra el que las viole y dentro de las cuales siempre se incluye una transacción económica para garantizar que no haya “problemas”. Estas transacciones económicas van a nutrir organizaciones  que como sanguijuelas le van chupandose los recursos que deberían ser para el Estado.

En las próximas dos entradas analizaré desde mi experiencia e investigación, cómo las mafias se nutren de la informalidad en Bogotá y crean un para-estado que amenaza tanto la sostenibilidad política como económica de nuestras ciudades.

 

7 comentarios en “Si no se regula se Pudre – Primera Parte

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