El derecho a caminar

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Por: Gabriel Andrés Millán G.

@gaboguaya

“El peatón ya es lo ínfimo.
Es el desamparo, la desolación,
La víctima desconocida.”

German Arciniegas ‘La defensa del peatón’ 1936.

Han pasado ya 8 décadas desde que German Arciniegas, escritor bogotano, relatara en uno de sus escritos el papel que había pasado a tomar el peatón en Bogotá, evidenciando el sometimiento al que se veía expuesto a causa de aquel “monstruo de las cuatro llantas de goma” que apareció en la ciudad para apropiarse de gran parte de su espacio.

Arciniegas nos cuenta como aquel pobre peatón, en aquella época de antaño, era el que debía “aprender a caminar de otro modo, saber los reglamentos de tránsito, soportar los ruidos de las bocinas, tragar polvo, sufrir salpiques de lodo, y poner cara de mártir para que el automovilista tenga como divertirse.”

Actualmente en Bogotá, dicha descripción dada por Arciniegas años atrás caería como anillo al dedo al ver el estado actual de la ciudad. Gran parte de su infraestructura existente, ha hecho de esta, una ciudad muy amigable con los vehículos motorizados pero no con el peatón.

Esta situación, de uno u otro modo, ha obligado a estos seres arriesgados que recorren la ciudad a pie todos los días, a que les toque aguantarse toda la contaminación auditiva, andenes destruidos y el smog producido por los automóviles y buses chimenea, afectando su salud y haciendo, entre otras cosas, del ambiente de nuestra ciudad aquel que registra el porcentaje más alto de contaminación en América Latina[1].

Si bien se han visto, en varias ocasiones, buenas intenciones por parte de las entidades distritales de proporcionar espacio público de calidad para la gente, incluyendo andenes amplios y en buen estado, mobiliario que la invite a disfrutar de parques y plazas, vías peatonales o la misma infraestructura ciclo-inclusiva como los bicicarriles ya creados (que ayudan a que los ciclistas no se vean obligados a invadir los andenes), está claro que AÚN FALTA MUCHO POR MEJORAR. Todo esto, se ve reflejado en cifras alarmantes como los 296 peatones muertos en el 2012, o los 270 peatones muertos en el 2013 a causa de accidentes de tránsito.

Pero el problema no solo radica en una mala infraestructura sino también en los distintos actores de la movilidad (ciclistas, conductores de vehículos particulares, privados y de servicio público), que aún no se han dado cuenta y no han tomado conciencia de que al momento de dejar sus vehículos a un lado, serán parte de aquel grupo olvidado de personas que recorren a pie la ciudad, y que al final TODOS SOMOS PEATONES.

A raíz de este problema, distintos colectivos y ciudadanos, por medio de intervenciones urbanas en distintas partes de la ciudad (1 Minuto Por El Peatón, Cebras Por La Vida, El Rey Peatón) hemos comenzado a reclamar nuestro derecho a caminar. Ese derecho que deberíamos tener todos y que nos debería proporcionar seguridad para pasar las calles, para recorrer la ciudad y poder andar por ella tranquilamente admirando y percibiendo todo lo que nos ofrece nuestra Bogotá, pero que ha pasado desapercibido por mucho tiempo debido a la necesidad y costumbre de estar encerrados en carros y buses para poder llegar a nuestros destinos.