Por: Juan Cristobal Constain
Mientras que los contradictores cuentan los días para que se acabe el gobierno de Gustavo Petro y sus defensores buscan alargar las horas hábiles de cada uno de los que quedan para poder cumplir su ambicioso Plan de Desarrollo, la ciudad va enfilada hacia una batalla electoral que promete ser tan degradante como las últimas tres administraciones de la ciudad.
Desde que empezó el tira y afloje entre la justicia colombiana y la administración de Gustavo Petro, han aparecido muchos nombres que más que aportar al debate democrático, han aumentado la incertidumbre política e institucional que sentimos los ciudadanos que vivimos en Bogotá. Los nombres de David Luna, Rafael Pardo, Francisco Santos, Clara López, Carlos Vicente de Roux, Juan Carlos Flórez, Enrique Peñalosa (si, otra vez), Angelino Garzón, Guillermo Alfonso Jaramillo y Hollman Morris se han relacionado con una eventual campaña para ocupar la oficina más importante de Liévano entre 2016 y 2020.
Se espera que por lo menos cuatro de esos nombres estén presente en las elecciones y que la lucha por la Alcaldía de Bogotá sea la vitrina perfecta para evidenciar la polarización que existe en nuestro país. La Unidad Nacional vs. El Centro Democrático y todos vs. Clara López serán las contiendas que definirán quien manda en Bogotá. Mientras todo el debate se centrará en las alianzas y las millonarias campañas, poco o nada se hablará sobre el proyecto de ciudad (si existe) y si el contexto actual permite pensar en la ciudad a largo plazo o no.
Un gobierno de transición
La ciudad ha sufrido un revés evidente en aspectos críticos como la movilidad, la falta de aplicación de instrumentos de gestión del suelo, la gobernabilidad,el deterioro en el estado de la malla vial, por mencionar algunos. El golpe a la institucionalidad ha sido casi criminal y recuperar la confianza de los ciudadanos en las instituciones distritales tomará muchos años.
Por tanto, la ciudad no está (ni lo estará el próximo año) preparada para un debate de fondo sobre el modelo de ciudad o el proyecto que necesita para salir adelante. Son tantos los problemas internos que tiene la Alcaldía como institución, que lo mejor sería un gobierno que se dedique a organizarse internamente para poder sentar las bases para retomar el curso que permitió la transformación desde mediados de los 90’s hasta mediados de la década pasada. Algo similar a la tarea que hizo Jaime Castro en su alcaldía.
Con alguna frecuencia, disfruto al comparar nuestro oficio de gestores y activistas urbanos con el de los médicos. Estamos en una búsqueda por curar, prevenir, aliviar y diagnosticar los males que enfrenta la ciudad. La existencia de especialidades y subespecialidades en la medicina se replica con total relevancia en los asuntos urbanos ya que en ambos casos hay un funcionamiento sistémico al interior del paciente. Bajo esta óptica, me atrevería a decir que Bogotá no necesita más médicos cirujanos (de los estéticos) ni médicos homeópatas ni radiólogos o patólogos que sobre diagnostican al paciente (en nuestro caso a la ciudad) ; necesitamos un equipo de intensivistas y urgenciólogos/as que reviva la ciudad, organice sus sistemas vitales para que pueda salir adelante. Eso es! Bogotá está en cuidados intensivos!
La transición de la que se habla aquí también introduce un debate muy interesante para Bogotá: el de ampliar el periodo de alcaldes en la legislación nacional. Esto podría representar una gran oportunidad (y un gran riesgo, por supuesto) para la capital en las próximas elecciones.
Periodo de seis años
A pesar de que la propuesta de ampliar el periodo de los alcaldes y gobernadores impulsada por el gobierno nacional el año pasado fue archivada por vencimiento de términos, la idea quedó en el aire y nunca está de más debatir la conveniencia de esta propuesta. Sobre todo cuando recientemente se habló de unificar los periodos de alcaldes y gobernadores con la Presidencia. Claro, es evidente que el argumento más fácil de decir es: “Imagínese una alcaldía cómo la de Gustavo Petro que dure 6 años!!” y argumentar lo negativo y también lo positivo de esa afirmación. Sin embargo, la temporalidad de las alcaldías ha demostrado ser algo que afecta más de lo que beneficia.
Es común ver casos donde un alcalde gasta el primer año acomodándose al cargo y “remodelando” la estructura administrativa mientras que avanza lentamente en la formulación del Plan de Desarrollo. El segundo año es un momento de confrontación con actores como el Concejo de la ciudad y en la mayoría de casos, en vez de planear la ejecución de los proyectos, se define la estrategia de defensa jurídica de la administración. El tercer año de las administraciones es quizá donde se puede lograr mayor implementación de proyectos cuya financiación debe haber sido asegurada en los primeros dos años. (Recordemos que todo esto es un ejercicio hipotético). El último año es para muchas alcaldías un momento de aceleración y precipitación que busca cumplir metas. Sin embargo, en ciudades como Bogotá, este es el año fundamental para asegurar un cupo en la carrera por la Presidencia que inicia el año siguiente.
Por tanto, es importante que empecemos a dar el debate de la extensión del periodo de alcaldes en Colombia. Y por dar el debate no quiere decir revivir una iniciativa del gobierno nacional ni las discusiones políticas alrededor del tema. El punto de partida de este debate es entender que las transformaciones urbanas toman muchos años y en medio de la polarización y los intereses electorales que convierten a las alcaldías en trampolines a cargos “más altos”, se ven truncadas y muchas se acumulan en los archivos de las oficinas de planeación de las ciudades.
Una ciudadanía activa
En todo caso, sea cual sea el escenario del próximo año para Bogotá, debemos empezar a crear conciencia en la ciudadanía sobre la importancia de su voto el próximo año. Ya la ciudad no aguanta otro mamotreto de propuestas ideales como la construcción de 1000 jardines infantiles, un tranvía por la 7ª y la primera línea del metro. ¿Cuántos años llevan usando el transporte masivo como la propuesta fundamental para ganar votos? Es que aquí en Bogotá el metro se convirtió en el nuevo “construiremos la piscina” de las elecciones al Consejo Estudiantil en cualquier Colegio del país.
Entonces Sra. López y Sres. Pardo, Luna, Santos, de Roux, Morris, Garzón, Peñalosa, Florez y en general todos aquellos y aquellas que quieran aspirar: Bogotá no aguanta una propuesta más. Sean responsables con la ciudad. ¡No queremos más médicos cirujanos estéticos ni homeópatas, hay que revivir a Bogotá!