A modo de conclusión: El Foro Urbano Mundial en Medellín

Por: Sebastián Castañeda
@SCastanedaS

Ya han pasado algunas semanas después del Foro Urbano Mundial, que en su séptima versión fue organizado en la ciudad de Medellín. Con los días regresan los habitantes de calle a la ciudad primaveral, como parte de una realidad enmascarada. Regresan también los asistentes, volviendo a sus destinos con la obligación de mantener vigentes las discusiones y transformar sus prácticas; Es por eso que vale la pena volver también sobre algunas conclusiones del evento en cuestión(ado).

La conquista de la ciudadanía.

A los esfuerzos de los gobiernos por enfrentar los retos urbanos implicados en la administración de las ciudades, se suman en una valiosa relación de complementariedad, diferentes iniciativas y procesos de acción colectiva gestados desde abajo; resignificando la vivencia de la política, de la ciudad y de la misma ciudadanía.

Durante los días del Foro Urbano Mundial, se destacaron las experiencias de grupos de ciudadanos reunidos en torno a propósitos comunes y que, sumando los talentos, los recursos y el tiempo propio, vienen aportando en la construcción de soluciones a los problemas cotidianos de las ciudades, de su administración y su gobierno. Estas iniciativas alimentan una reflexión sobre los discursos que soportan la construcción de políticas públicas, así como sobre la efectividad de los mecanismos tradicionales de gestión urbana para la generación de soluciones y transformaciones.

Fuente: http://1.bp.blogspot.com/-Ur0mCtcfMTI/UwOJv3iba_I/AAAAAAAAAAg/X02o1PHItQA/s1600/asamblea+-+foro+urbano+alternativo.JPG

Fuente: http://bit.ly/1slFreA

Estas iniciativas, con creatividad e innovación, son capaces de activar la acción (respuesta) de las entidades encargadas de atender un problema. A su vez,  aportan en la generación de alternativas a los repertorios de acción de las políticas, los programas y los proyectos de las entidades públicas, pudiendo incluso movilizar la participación corresponsable del sector privado, tejiendo gobernanza entre los actores copartícipes del territorio.

Las iniciativas ciudadanas se han convertido casi que en una oportunidad para repensar los esquemas tradicionales de la gestión urbana, centralizada y poco flexible a la participación corresponsable de la ciudadanía en todos los momentos del desarrollo de las políticas..

Al parecer, y por lo que se vio en el foro, se abre paso la construcción de alianzas público-ciudadanas, o público-comunitarias, capaces de involucrar los intereses y el compromiso de los ciudadanos, en torno a las acciones dirigidas al mejoramiento y conservación del hábitat urbano y la calidad de vida. 

La dictadura de las naciones.

Era evidente que en un foro organizado por las Naciones Unidas serían los países los protagonistas. Y es que si bien las experiencias exitosas de movilidad, manejo del espacio público o de la economía urbana, siempre evocaban una ciudad o asentamiento específico, estos no eran, en todos los casos, debidamente mencionados y, por qué no, así mismo reconocidos.

La relación entre el gobierno de las ciudades y los gobiernos de las naciones es crucial para garantizar la sostenibilidad de los procesos de consolidación o transformación urbana de cara a los retos del siglo XXI. Esta relación debe ser respetuosa de la autonomía, complementaria en proyectos de alto impacto y coherente con las políticas de ordenamiento en y entre las ciudades.

Por lo tanto, en ningún caso las decisiones de política macroeconómica, u otras de su estilo, tomadas por los mandatarios nacionales, deben ser incompatibles con los objetivos de sostenibilidad de las ciudades. Permítanme un ejemplo:

La apertura de los mercados vía tratados de libre comercio, debe contemplar el crecimiento perjudicial del mercado automotriz como una amenaza a la sostenibilidad urbana, siendo necesario tomar las medidas de protección requeridas. Generar cada vez mayores facilidades para la compra de carros o motos, contradice las políticas de priorización del trasporte público sobre el particular y pone en riesgo la sostenibilidad de nuestras ya congestionadas ciudades.

Otras cosas se podrían decir frente a la soberanía alimentaria y el desmonte de los sistemas de producción agropecuaria en países con alto potencial para su desarrollo, pues sobran los ejemplos para mostrar las preocupantes contradicciones.

Este es un debate que debe trascender cuanto antes al ámbito político, pues la agenda de la sostenibilidad urbano-rural, como se demostró parcialmente en el Foro Urbano Mundial, definirá el sentido de las decisiones más importantes que debemos tomar en las ciudades.

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Dejo estas dos pequeñas reflexiones luego de la visita a Medellín, como una invitación para compartir conclusiones y (re)pensar en las acciones que debemos emprender, como ciudadanos organizados, para la protección de las ciudades y la conservación y mejoramiento de nuestro hábitat urbano.

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