El día sin carro ¿quejarse o experimentar?

Por: Columnista Invitada – Valeria Hurtado @ValeriaDeCosmos

DSCEl día sin carro no es un capricho o banderín político del mandatario de turno,  es el resultado de una consulta popular(1) realizada hace 12 años (29 de octubre de 2000) en la que se obtuvo un 63.19% de votos a favor para su implementación a partir del año 2001. Es una medida democrática y por lo tanto de obligatorio cumplimiento.

 Caras largas y otras de conformidad

Como en cualquier ciudad del mundo, donde están en constante interacción ciudadanos con diversos intereses, en el día sin carro de 2013, el primer jueves de febrero como manda el Decreto 1098 de 2000, amaneció Bogotá con cientos de personas en bicicleta, en patines, caminantes disfrutando del clima en la mañana y personas que optaron por el transporte público. Como dice la canción, Bogotá amaneció con algunas caras largas, otras de conformidad.

Para los amantes de medios de transporte alternativos al vehículo particular e incluso al transporte público, el día sin carro se ha convertido en la festividad que reivindica labores tan importantes como todas las que motivan a la gente a sacar su bicicleta, montar en patines, ¿y por qué no? caminar para realizar sus recorridos diarios.

Para los amantes del vehículo, que desde su adquisición no lo sueltan ni para ir a comprar la leche en la tienda de la esquina, el día sin carro se ha convertido en la excusa perfecta para quejarse de algo desde el primer minuto de la mañana, aunque hay unos que se empiezan a quejar con anterioridad. Estas personas son las que se quejan del día sin carro, de los lunes, de la lluvia y de todo lo que se pueda usar en ese propósito de amargarse la vida.

Sobrevivir versus disfrutar y experimentar

De 365 días que tiene el año, los ciudadanos nos hemos regalado 1 para vivir la ciudad de manera diferente, para experimentar otros medios de transporte, para promover una actitud alternativa frente a la manera en que nos movilizamos. No se trata de sobrevivir a esta medida, se trata de encontrar el beneficio que trae para la sociedad, de generar conciencia frente a cómo impactan las acciones en el escenario colectivo.

El día sin carro puede ser la oportunidad de probar un medio de transporte diferente, saborearlo y decidir mantenerlo unos días a la semana, los días del pico y placa para los que tienen carro, por ejemplo. En lugar de contaminarse con la mala cara del trancón o de la apretujada en el Transmilenio, los ciudadanos que deciden usar la bicicleta, caminar escuchando música o fortalecer las piernas con unos patines, sonríen en el camino, llegan recargados de energía al trabajo y generan endorfinas, todo en beneficio personal.

La cifra

Según reportes de la Secretaría de Movilidad, el uso de la bicicleta aumentó en un 115%, para lo cual se habilitaron previamente 107 kilómetros de ciclovía que facilitaron los recorridos alternativos (ciclousuarios, patinadores).

No se ha hecho seguimiento al aumento de endorfinas que hubo en los ciudadanos, sin embargo ese 115% debió tener impacto positivo en distintos ambientes de la ciudad.

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