Por: Jose Orlando Montes
La carencia de visión a largo plazo “miopía”, y la falta de perrenque para ejecutar lo que se proyecta o promete “promesitis” son dos enfermedades que tienen a las ciudades en convalecencia. Y aunque no sean tan mediáticas como el ébola, son peligrosas: nos tienen en cuarentena dentro del subdesarrollo, se propagan a través de la sangre (de delfines a delfincitos) o por contacto entre sujetos sin importar su color (rojo, azul, amarillo, verde, tutifruti), se reproducen rápidamente en época pre y post electoral, y se camuflan fácilmente en los infectados. Los enfermos con promesitis hacen promesas e intentan convencer al ciudadano incauto sobre iniciativas poco prácticas y sin fundamento. Dichas promesas pueden ser para ganar votos o generar la ilusión de que se conoce la ciudad, o ambas para los enfermos en estado avanzado. Aunque la enfermedad no es nueva, los enfermos con promesitis y los electores entramos en el mismo círculo de errores en cada elección: los primeros intentan llenarnos de promesas, y los segundos no nos informamos bien y las creemos, aunque cada vez menos. La miopía o carencia de visión a largo plazo impide que los infectados realicen esfuerzos sostenidos en el tiempo, que miren más allá de su reinado cuatrienal, y que quieran resultados inmediatos. Esto facilita el despilfarro de recursos y la aniquilación de buenas iniciativas antes de que prosperen, porque a los infectados no les gusta criar hijos ajenos y menos si estos dan sus frutos en el reinado de otro. Para ilustrar la miopía y promesitis revisemos la convergencia y prioridades en materia de ciencia, tecnología e innovación (CTI) planteadas en los planes de desarrollo de los últimos cuatro gobiernos en Bogotá.
En el plan de desarrollo de Mockus “Para vivir todos del mismo lado” el conocimiento, y la CTI se proyectaron como ejes de desarrollo productivo. La CTI era una de las políticas de productividad y una de las estrategias para incrementarla. En el plan se propuso incentivar la investigación, ciencia y tecnología en establecimientos públicos, privados, y en la sociedad, así como el desarrollo de nuevos negocios de base tecnológica. En el P.D. “Bogotá sin indiferencia” de Lucho Garzón la CTI se veía más como un mecanismo para mejorar la educación, inclusión, gestión pública, y competitividad. El plan proyectaba fomentar la investigación, la formación de docentes en la enseñanza de las ciencias y la tecnología, y el desarrollo del espíritu científico en los estudiantes. Samuel Moreno articuló su P.D. “Bogotá Positiva” con el Plan Distrital de CTI. Esta se proyectó como mecanismo para la mejorar la conectividad (TICs), productividad, gestión pública, educación, y consolidar una sociedad del conocimiento. En términos generales el plan buscaba mejorar la infraestructura, incrementar la financiación en CTI y el número de grupos de investigación, fortalecer la innovación pedagógica, apropiación social de la ciencia y tecnología, y poner en marcha proyectos de vigilancia tecnológica. En el P.D. “Bogotá Humana” de Gustavo Petro la CTI se concibe como mecanismo para generar nuevo conocimiento, desarrollo económico, e incrementar el entendimiento y transformación del tejido social, así como mecanismo para mejorar la infraestructura pública. El plan busca estimular y fomentar la investigación básica y aplicada, la producción y apropiación social de ciencia, tecnología e innovación, la articulación entre la universidad, empresa, estado y sociedad, y el desarrollo de las TICs.
Tabla 1. Énfasis de la CTI en cada plan de desarrollo (2001-2016)
Plan de desarrollo |
2001-2004 “Para vivir todos del mismo lado” Antanas Mockus |
2004-2007 “Bogotá sin indiferencia” Lucho Garzón |
2008-2012 “Bogotá Positiva” Samuel Moreno |
2012-2016 “Bogotá Humana” Gustavo Petro |
Énfasis de la CTI |
Desarrollo productivo y generar nuevo conocimiento. |
Mejorar la productividad, inclusión, educación, y gestión pública |
Mejorar la productividad, conectividad, y gestión pública. |
Desarrollo económico y social, mejorar conectividad y articulación. |
Fuente: elaboración propia
Al comparar los cuatro planes en función de la CTI[1], se ve a esta como elemento fundamental para incrementar la productividad y competitividad empresarial, de manera que proponen estrategias, programas o proyectos en este sentido en todos los planes. Sin embargo los otros componentes se muestran más relevantes o prioritarios en unos planes que en otros, lo cual pudo haber dificultado la continuidad de los programas/proyectos que se desprendían de ellos. Tal es el caso de la CTI como mecanismo para fomentar la inclusión social (prioritario para Garzón y Petro), o para mejorar la calidad educativa y la eficiencia en la gestión pública (prioritario para Garzón y Moreno), vigilancia tecnológica e infraestructura para la CTI (prioritario para Moreno), emprendimientos y articulación universidad-empresa-estado-sociedad en torno a la CTI (prioritario para Petro). Aunque exista una visión a 2019 y una agenda de CTI para Bogotá, cada alcalde, si llega con miopía, destierra estos ejercicios (generalmente construidos colectivamente) o no los retoma completamente e impone sus prioridades, que dependen de su discurso, orientación política, y favores por devolver. Lo cual genera una ciudad desarrollada a retazos.
Ahora, ¿cuál es el tratamiento para la miopía y la promesitis? Si bien no hay una fórmula mágica, propongo algunas ideas para reducir la falta de visión e incapacidad de ejecución, que podrían aplicar a áreas diferentes a CTI:
Crear una instancia de seguimiento y evaluación[2]: deberían existir entes con la institucionalidad, funciones, autonomía y recursos para evaluar y hacer seguimiento a las visiones de ciudad a largo plazo. Estas deberían evaluar la pertinencia de los planes de desarrollo y su convergencia con la visión macro de ciudad que se construya colectivamente.
Penalizar el incumplimiento: la construcción de visiones a largo plazo requiere inversión de tiempo, recursos, y movilización de actores, quienes desde su experiencia proyectan la ciudad que sueñan. En este sentido la mayoría de las visiones son construidas y legitimadas socialmente, por tanto pasar por alto estas construcciones sociales e inversiones debe ser penalizado de manera efectiva.
Posición proactiva de los órganos de control: si bien existen órganos que evalúan la ejecución de diferentes planes y proyectos, estos deberían tener una posición más proactiva y menos reactiva con respecto al desarrollo progresivo de las ciudades.
Control social y participación: una ciudadanía activa y atenta a los procesos que se desarrollan en su entorno puede ejercer presión para que los programas y visiones se desarrollen. No solo en materia de CTI si no en las demás áreas.
Sentido común: Si bien no podemos conocer las agendas ocultas de quienes aspiran a gobernar nuestras ciudades, podemos tener un poco de sentido común con respecto a lo que proponen. Si nos informamos un poco antes de tomar nuestras decisiones sobre por quién votar, sus propuestas y la visión de la ciudad, podríamos conocer si estas convergen, y tomar una mejor decisión.
¿Alguna otra idea para evitar la proliferación de la miopía y su amiga inseparable, promesitis? ¿O para reducir el trecho entre el dicho y el hecho?
[1] Aunque cada P.D. progresivamente incorpora más elementos de CTI con respecto al anterior, la orientación y prioridades divergen.
[2] Existen comisiones o consejos de CTI, formados por expertos en la materia e importantes para la continuidad de algunos procesos, sin embargo estos órganos generalmente tienen sólo función asesora más no de decisión.