Por: Nadine Wong
Mientras en Bogotá los taxistas se amontonan, pelean, bajan a los pasajeros y tienen una encandilada discusión con la ministra de transporte, del otro lado del mundo, en Teherán, el taxi se convirtió, para un artista (a quien considero un genio contemporáneo más que un simple referente estético), en un ingenioso “vehículo” para combatir la censura. Se trata de Jafar Panahi y su última obra “Taxi”. ¿Un apolítico?
Para aquellos que no conocen a Panahi, permítanme ilustrarlos. Es un cineasta Iraní reconocido a nivel internacional por dos cosas:
- Sus obras cinematográficas premiadas constantemente por los diferentes festivales de cine: Cannes, Berlín, Locarno (Lo que quiere decir que, el tipo, algo sabe de cómo hacer cine)
- Su encarcelamiento por parte del gobierno iraní por brindarle apoyo a la oposición.
En este personaje se combinan dos conceptos que, aunque parezcan lejanos, en realidad vemos relacionarse todos los días: el arte y la política.
Aunque los jóvenes digamos constantemente que estamos hastiados de la política, que somos APOLÍTICOS y todo tipo de características que nos distinguen desesperadamente de aquel grupo repugnante y lejano del cual nos intentamos diferenciar con absurda vehemencia, la realidad es otra: todos somos seres políticos por el hecho de vivir en sociedad.
Ahora, la discusión no está en el qué, sino en el cómo.
Volvamos a Panahi, un tipo quien, a pesar de la censura y su injusta privación de la libertad (pues además de tener casa por cárcel, se le prohibió hacer cine y hablar con la prensa), no se queda quieto.
En el año 2011, después de su encarcelamiento, hace This Is Not a Film, un documental de su vida durante los días de arresto domiciliario. ¿Cómo dio a conocer la película si se encontraba “aislado” del resto del mundo?
Con ingenio y mucha simpatía, Panahi logra infiltrar una USB con el contenido del film, en una torta. Sí, un compuesto de harina, leche y azúcar que logra enviar de Irán a París y así participar en el Festival de Cannes de ese año. Como lo ven, el tipo no se rinde.
Este año llega con Taxi, otro exitoso intento de combatir la represión. Luchando por salir de su propia casa, Panahi logra que le permitan ser taxista por un día y así realizar una película (la cual podremos ver en cines a finales de Abril), combatiendo, de una manera pacífica y divertida, a un régimen que quiso callarlo pero que falló en el intento.
Jafar Panahí, Iraní, radicado en la Ciudad de Teherán y Pepito Pérez, Colombiano, radicado en la ciudad de Bogotá, tienen mucho en común: son seres que viven en sociedad, son seres políticos.
Esto no es una crítica, esto no es una comparación, es simplemente una reflexión de cómo las acciones se llenan de significado y son capaces de impactar a muchísimas personas, porque sólo de esa manera se llega al cambio.
No creo en las personas apolíticas. Irónicamente, tampoco creo en los partidos políticos sin identidad ni dirección. Creo en el poder de la ciudadanía, tanto individual como colectiva, pero principalmente, creo en las acciones con propósito. ¡Actuémos!