Por: Diego Laserna @lasernabogota
En enero publiqué un artículo basado en dos derechos de petición donde le preguntaba al Acueducto cuánta agua potable tenía disponible Bogotá, cuánta consumía y de seguir así la vaina hasta cuando nos alcanzaría la que hay. El Acueducto me respondió con el siguiente cuadro:
La conclusión era alarmante: de no hacer algo urgente Bogotá solo tendría suficiente agua para todos hasta 2019. Por supuesto, luego de publicado el artículo con esa conclusión se provocó un pequeño escándalo y de inmediato – como si no hubieran estado muy conscientes de la información que me estaban dando- la Empresa de Acueducto salió a decir que no había nada de qué preocuparse porque Bogotá tenía agua de sobra y que el problema era que yo había malinterpretado la información.
Les dejo los cuestionarios que envié y las respuestas del Acueducto acá (1, 2, 3) para que ustedes juzguen por si mismos qué fue lo que pasó. Pero palabras más palabras menos, el lío es que cuando le pregunté al Acueducto hasta cuando alcanzaría la oferta de agua actual en Bogotá, no me contestaron con una fecha estimada en las cifras de consumo reales sino con ese cuadro que tiene unas estimaciones que se hicieron en el Plan Maestro de Abastecimiento en 2015 y según el cual el consumo de agua es mayor a la realidad. Es decir, parece que hoy en día en Bogotá consumimos mucha menos agua de la que estimaba el Plan Maestro hace apenas dos años y que gracias a esa reducción en el consumo, por ahora no hay nada de qué preocuparse.
Si eso es verdad, el lado urgente del artículo – que Bogotá no va a tener suficiente agua en 2019 – no es pertinente y el Acueducto nos podría haber ahorrado a todos la alarma si hubieran contestado el derecho de petición con más cuidado. Sin embargo el artículo discutía otros dos puntos importantes pero menos urgentes que muestran que en el acueducto hay un serio despelote:
- Bogotá no tiene claro cuánta agua necesita a futuro porque utiliza unas proyecciones de población distintas a las de Planeación Distrital y porque dadas las reducciones en el consumo de la ciudad en los últimos años las proyecciones de consumo existentes (que se muestran en el recuadro de arriba) no son correctas. Es decir, sin saber cuánta gente va a vivir en Bogotá a futuro y sin saber cuánta agua van a consumir, no podemos planear nada.
- Estamos gastando más en las obras de lo que deberíamos. Cómo no sabemos con claridad cuánta agua necesitamos a futuro, no sabemos cuáles son las obras más costo-eficientes para priorizar. ¿Deberíamos adelantar obras de optimización o de expansión? ¿Cuáles? Como se ve claramente en la variación del precio de las obras de optimización consideradas en el archivo adjunto, de estas respuestas dependen miles de millones de pesos y no tenerlas bien justificadas puede resultar supremamente costoso. (ver pregunta 5)
¿Por qué tanto despelote?
Según los Estatutos del Acueducto , el Alcalde nombra a todos los miembros de la Junta Directiva, ninguno de los cuales tiene un periodo fijo, ni requisitos profesionales específicos. Además nombra al gerente. Eso quiere decir varias cosas:
- Ni el gerente ni la junta le pueden llevar la contraria al alcalde porque los echan.
- No hay ninguna garantía de que la Junta esté a la altura profesional de sus responsabilidades.
- Cada vez que cambia el alcalde cambian prácticamente toda la Junta Directiva y el Gerente
- Hay una rotación muy alta de los miembros de la Junta (en promedio 45% anual) porque prestan sus servicios solamente mientras el alcalde quiera que lo hagan
Estos factores hacen que iniciativas traídas de los cabellos (como poner al Acueducto a recoger las basuras) no tengan ninguna oposición al interior de la empresa y que sea prácticamente imposible planear a largo plazo la gestión de la empresa. También hace que las respuestas a preguntas tan sencillas pero tan trascendentales como ¿de dónde va a salir el agua que Bogotá necesita para crecer a futuro? No sean claras.
La Empresa de Acueducto de Bogotá tiene más de 3000 empleados, activos por 9 billones de pesos y le presta el servicio de agua potable a cerca de 9 millones de personas. Es la encargada de cuidar amplios sectores de los Cerros Orientales, el Páramo de Chingaza y el de Sumapaz. También decidirá en las próximas décadas de manera implícita cómo y hacia donde crece Bogotá apunta de decidir qué urbanizaciones tienen disponibilidad de agua y alcantarillado y cuales no.
Es un riesgo innecesario y casi que insoportable que esta empresa, que es la joya de la corona de nuestra ciudad, siga planeada a punta de los caprichos del alcalde turno con enormes costos sociales, ambientales y financieros.
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Diego Laserna estudió planeación urbana en MIT. Es activista del Combo2600, comentarista de Alerta Bogotá y un eterno estudiante de idiomas. Le encanta el brillo del la grama del Campín y detesta la sensación mantequilluda de la baranda de los buses. Lo pueden seguir en Facebook acá y Twitter acá.
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