Bogotá si tiene Río…

Por: Sebastián Castañeda @SCastanedaS

Si se juzgara a las ciudades por su olor característico, en un intento por diagnosticar a través de los sentidos la calidad de vida que ofrece un asentamiento, los bogotanos tendríamos que sortear con el hedor que caracteriza uno de los ríos más contaminados del mundo. Seriamos juzgados de manera implacable, víctimas y victimarios de la pérdida de calidad de vida de nuestra ciudad, vivida con mayor intensidad por quienes se localizan en el borde occidental de Bogotá.

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….Pero no es de Bogotá.

Quiero hacer énfasis en dos aspectos. Por un lado la necesidad de pensar la recuperación del Río Bogotá en términos regionales, y por el otro, la urgencia de rescatar de entre los anaqueles el Plan de Ordenación y Manejo de la cuenca del Río, que se supone es un determinante del ordenamiento territorial de los municipios involucrados en este corredor ecosistémico.

La cuestión regional.

Muchos esfuerzos pueden adelantarse de manera descoordinada por cada uno de los municipios afectados con el deterioro del Río, sin embargo, solo un proyecto que suponga la concurrencia entre los municipios, el departamento y el distrito capital será un primer paso hacia el verdadero entendimiento de la problemática y la búsqueda de una solución real.

Las cuestiones ecosistémicas deben pensarse desde su condición de sistema, valga la redundancia, y la fragmentación generada por inversiones desarticuladas sobre una problemática común es una amenaza que se suma al estado crítico del Río.

Y pese a que parece lógico, las obras y trabajos que se adelantaban siguen siendo en función de intereses muy particulares, dejando de lado la importancia de concurrir con presupuesto y  conocimiento técnico  alrededor de un mismo objetivo.

Los siguientes son los municipios que deberían hacer parte de la agenda de descontaminación y recuperación del Río:

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Un asunto de ordenamiento territorial.

Finalmente, hay que desempolvar el Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca que se convierte en un determinante de las actuaciones urbanísticas a contemplar en cada uno de los Planes de Ordenamiento Territorial que elaboren los municipios, ya que de nada sirven placebos de descontaminación cuando el modelo territorial propuesto sigue la misma lógica de ocupar los territorios del agua y localizar en la cuenca usos altamente contaminantes como el industrial.

En una época de revisiones de los POT es menester redefinir la lógica de crecimiento de los municipios, en tanto que el equilibrio entre los urbano y lo rural será la base para la sostenibilidad del asentamiento en las próximas generaciones.

Recuperar los espacios del agua y restablecer la función ecosistémica del Rio implica incorporarlo como un determinante en la ordenación territorial y no simplemente como un residuo de la más absurda autodestrucción humana.

El mapa nos muestra como los cascos urbanos (en Rojo) están próximos a la cuenca, sin embargo, suelen ser los anillos perimetrales los más afectados, los mismos que son el sitio de las poblaciones más vulnerables y con mayores necesidades.  Pensar en el rio implica cuestionar profundamente la calidad de vida que tienen hoy centenares de familias, que han asumido el mayor costo de nuestra frágil institucionalidad.

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Es así como el Rio Bogotá no es un asunto exclusivo de la ciudad y deben adelantarse los esfuerzos necesarios para incorporar dentro de los POT de los municipios involucrados, actuaciones urbanas que propendan por el restablecimiento del ecosistema, más allá de simples declaraciones gubernamentales y campañas mediáticas que se agotan al mismo ritmo que las posibilidades para recuperar el Río.

Sebastián Castañeda – Combo 2600

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