Y la ciudad en medio…

Por Felipe Morales @felipemoraless

Bogotá

Tomado de www.culturarecreacionydeporte.gov.co

¡Politiquero(s)! ¡Mentiroso(s)! ¡Manipulador(es)! ¡Populista(s)! ¡Improvisador(es)! ¡Irresponsable(s)! Estos son solo algunos de los calificativos que con frecuencia van y vienen entre la Alcaldía y el Concejo de Bogotá para describir sus actuaciones frente a la gestión de la política distrital. Nadie creerá que entre ellos debe predominar el cariño, la devoción o la ternura, pero al menos sí el respeto y la intención de sacar adelante proyectos prioritarios para la ciudad y ¿por qué no? controlar con eficacia y sin tanto alboroto las fallidas iniciativas que algunas veces son emprendidas por la administración.

 

Digámonos la verdad, del montón de proyectos que se tramitan en el concejo, son muy pocos –máximo cuatro- los que en un periodo de cuatro años pueden impactar en algo el desarrollo de la ciudad: Plan de Desarrollo, Valorización, Plan de Ordenamiento Territorial y Endeudamiento; pero gracias a que esas relaciones entre gobierno y concejo no pueden ser peores, el estudio profundo y la concertación técnica de estos temas quedan relegados a la medición de pulsos políticos que anteponen sus vanidades y algunas veces sus intereses personales a la construcción de ciudad.

 

Pasemos por alto el Plan de Desarrollo, que fue aprobado por la corporación sin mayores problemas, en mayo de 2012 el gobierno apenas empezaba y aunque ya se deducía que Petro no la tendría fácil en estos 4 años, aún era temprano para confirmarlo. Por eso, porque el Concejo habilidosamente pudo introducir más de 600 modificaciones, y por quedar bien con la opinión pública, este proyecto fue aprobado.

 

Iniciemos entonces con un tema que en octubre de 2012 trabajamos para el combo 2600: Valorización. En ese momento, escribíamos cuando superficialmente se discutió en el Concejo, que “(…) luego de varias peluqueadas con las afiladas tijeras de la política, es que nuevamente la modificación, de la modificación, de la modificación, de la modificación del 180, resulta en un nuevo aplazamiento, que no ordena la prioridad de las obras, que no garantiza la construcción completa de ellas, que no valorizará los predios en su zona de influencia y que más tarde que temprano demandará su quinta modificación.”

 

Y sí, la quinta modificación llegó, y si se hace un balance en frío, pasadas dos semanas después de conocer las nuevas decisiones, es importante entender más allá de los titulares de prensa quién gana y quién pierde con esto. Ganó la alcaldía, y por eso envió el siguiente mensaje: “logramos reducir un cobro de 850.000 millones a 380.000 millones, excluimos casi todos los pagos en estratos 1, 2 y 3, y algunas obras antes financiadas por valorización, se harán con recursos de endeudamiento”. Ganaron los concejales, porque a sus electores dicen que gracias a ellos fue que se logró todo lo que la alcaldía con bombos y platillos anuncia, y pierde la ciudad porque no se aplazan si no se eliminan obras de espacio público –parques y andenes- que solo un minoritario sector político pidió que se excluyeran.

 

La discusión del Plan de Ordenamiento Territorial fue lamentable. En desórdenes y con una tutela de por medio terminó el debate de un proyecto que fija las normas sobre la ocupación del territorio y que impacta a largo plazo la forma en que la ciudad funciona. Para un proyecto de esta magnitud fueron muy pocas las voces técnicas que se oyeron y sobre todo que dejaron algún mensaje. Hagamos un ejercicio, pregúntese si sobre este tema le quedó algo distinto a los prostíbulos en el Andino o Unicentro, o que llegarían bares y burdeles a la esquina de su casa. Nada más alejado de la realidad, en una hábil jugada política, los opositores del proyecto sacaron de contexto una seria propuesta de mezcla de usos urbanos y de “reglamentación” del trabajo sexual. Lo importante no era la ciudad, era el discurso político.

 

Por último, en las próximas semanas el concejo decidirá si autoriza a la alcaldía a endeudarse por una cifra que no tiene antecedentes: 3.03 billones de pesos. Nunca en la historia de la ciudad se había planteado financiar la construcción de obra pública con tal cantidad de recursos. En su primer debate 9 de los 15 concejales que conforman la Comisión de Hacienda y Crédito Público aprobaron dicha cifra, significando un importante triunfo para la alcaldía. Nuevamente durante su aprobación, se lanzaron todo tipo de críticas que anticipan un caldeado debate en la Plenaria que seguramente será citada entre el 17 y 19 de julio. Con toda seguridad aparecerán voces opositoras -unas sin ningún tipo de argumento más allá que la simple oposición- que a pesar de los acuerdos políticos logrados por el secretario de gobierno, Guillermo Jaramillo, lograrán poner en riesgo la construcción de importantes proyectos.

 

Las decisiones políticas siempre serán difíciles de concertar. Sin embargo ya han pasado 16 de los 48 meses –33% del tiempo que tienen alcaldía y concejo para desempeñar su función-, y en esa lucha de vanidades entre unos y otros no se ha concretado ninguna obra de infraestructura relevante para mejorar la calidad de vida de los bogotanos. Esperemos que cuando se despojen de sus peleas personales, la ciudad no esté mucho más rezagada de lo que hoy está.

 

 

 

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