Una Ciudad Inteligente: ¿Estamos a la altura del reto?

Por: Jose Orlando Montes

@joseorlandom

Las ciudades ocupan sólo el 2% de la superficie del planeta, pero albergan más del 50% de su población; esta cifra incrementará hasta el 72% en el año 2050[1]. Para ese año, Colombia pasará de tener los 48’203.405 habitantes que tiene[2] a aproximadamente 62’942.000, la mayoría de los cuales vivirá en grandes ciudades como Bogotá. Esto implica que habrá más vehículos en las calles, más basura y CO2, más demanda de servicios de salud, educación, y vivienda. Lo cual es normal que pase, ya que ciudades dinámicas y vibrantes como Bogotá evolucionan y crecen. Sin embargo, cuando las ciudades crecen bajo miopía sistemática e incompetencia administrativa todo ese crecimiento, que debería ser armonizado, termina siendo caótico: problemas de movilidad, problemas sanitarios, acceso restringido y de mala calidad a servicios de salud y educación, y costo desproporcionado de vivienda. Esto resulta en una ciudad menos vivible, agradable y próspera que atrae pobreza, desempleo, y delincuencia, y aleja nuevos talentos, inversiones extranjeras y bienestar.

Smart city. Fuente: soyuz.co

Smart city. Fuente: soyuz.co


Para que Bogotá avance en el camino hacia las Smart Cities se necesita voluntad de quienes la administran y la habitan, e ir pensando en un modelo de gobernanza adecuado; el cual puede ser
top-down[3], basado en una oficina que centralice el monitoreo y regulación de la ciudad apoyado por grandes firmas de tecnología como IBM, Cisco, y Siemens que recolecten datos en tiempo real para apoyar la toma de decisiones. Este es el caso de Rio de Janeiro, ciudad que puso en marcha de la mano con IBM un Centro de Operaciones Inteligente que recolecta, clasifica, interrelaciona, visualiza y analiza grandes volúmenes de datos de 30 agencias municipales, y obtiene información útil para para entender la ciudad, actuar mejor en situaciones de emergencia, construir modelos predictivos, y apoyar la toma de decisiones. Otro modelo es el bottom-up, en el cual la gente, hackers cívicos, y movimientos open-source, utilizan conjuntos de datos y crean aplicaciones para mejorar la ciudad y sus servicios; para lo cual se requiere una estrecha colaboración entre la comunidad y el gobierno de esta. En este modelo se encuentran iniciativas como SeeClickFix, una aplicación a través de la cual se pueden enviar quejas sobre asuntos que afectan a los ciudadanos como infraestructura pública en mal estado, escases de agua e inseguridad; la gente vota sobre los asuntos más relevantes, llamando la atención de las autoridades.La mayoría de estos problemas ya se están viviendo, el reto es solucionarlos de manera inteligente, optimizada y eficiente. Para esto, Bogotá está en mora de apoyarse intensivamente las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Ya otras ciudades lo están haciendo, y han entrado en la onda de las Smart Cities, ciudades que emplean las TIC como apoyo para monitorear, regular y gobernar la ciudad, a la vez que promueven la creatividad e innovación de sus habitantes. Es el contexto adecuado para ganar el momentum necesario y administrar la ciudad basándonos en tecnologías de cómputo, plataformas digitales robustas, e-government, big data y minería de datos, herramientas de la era de la información, no el típico modelo de traiga el papel y haga la fila del siglo pasado, cuando los problemas eran menos complejos. Así mismo, según una encuesta realizada por el Observatorio de Culturas de Bogotá, el 65,9% de los Bogotanos tiene un computador y el 60,1% acceso a internet, lo cual indica que cuentan con mayor acceso a la información, dejan un rastro digital que puede ser analizado de manera agregada con fines administrativos, y pueden crear contenidos para mejorar la ciudad.

Si se asume el reto de entrar en el grupo de las Smart Cities, Bogotá tendría que trabajar en diferentes elementos que caracterizan a estas ciudades[4]: fomentar más la innovación en su economía, invertir más en educación, ser gobernada eficientemente, promover una mejor calidad de vida y de su ambiente, y desarrollar una movilidad fluida y sostenible. Concretamente, la ciudad tendría que empoderar más a sus ciudadanos, ya que estos son más creativos y proactivos que cualquier burocracia; soportarse en big data y data mining para encontrar tendencias y entender mejor la ciudad; usar de manera intensiva tecnologías: sensores, smart grids, y tecnologías de georreferenciación, que permitan monitorear y optimizar el uso de recursos en tiempo real (agua, energía, niveles de CO2 y niveles de ruido, tráfico, flujos de personas, uso de infraestructura pública); poner en funcionamiento smart cards que faciliten la integración de diferentes servicios (transporte, recreación, compras); y promover desde ahora principios de arquitectura sostenible con el fin de reducir los impactos ambientales y el uso de recursos.

Para entrar en la cancha de las Smart Cities la administración distrital jugaría un papel importante en la integración de las industrias de tecnología, las cuales tienen el conocimiento y los recursos; las startups que cuentan con la motivación y talento para emprender nuevos proyectos; los movimientos del tipo Do It Yourself (DIY) como el combo2600 que conocen algunas realidades locales y trabajan desinteresadamente por mejorar la ciudad; las universidades y los grupos de investigación, quienes están a la vanguardia de las tendencias científicas y tecnológicas.

El uso de grandes volúmenes de datos agregados y herramientas de cómputo para la gestión de ciudades está creando nuevas oportunidades de crecimiento económico, mejor gestión urbana, e innovación. Así mismo facilita el diagnóstico de la ciudad en tiempo real, lo cual permite la elaboración de políticas públicas más adecuadas y mejor planificación. Sin embargo, las tecnologías empleadas por las Smart Cities no resuelven los problemas de desigualdades sociales profundas, pobreza y desempleo, pero sirven de apoyo para lograrlo, si se emplean de manera inteligente y acompañada con métodos tradicionales. Estas tecnologías también tienen limitantes, ya que al ser usadas de manera incorrecta pueden poner a los ciudadanos bajo contextos de vigilancia excesiva, transgredir algunos límites de privacidad, y generar dependencia tecnológica. De igual manera la ciudad se vuelve más propensa a irrupciones de hackers, y se puede caer en el error intentar entenderla solo través de datos y los resultados generados por algoritmos, generando una visión superficial de esta.

Una ciudad inteligente no se trata solo de poner una cámara en una esquina, uno que otro sensor para medir variables ambientales, un aviso luminoso y una aplicación para saber la hora aproximada de la llegada de Transmilenio. Se trata de hacer esfuerzos sistemáticos para usar las TIC creativamente y administrar la ciudad con el apoyo de esta. Bogotá ha hecho avances tímidos en esta materia, y está en proceso de elaboración del Plan Maestro TIC, esperemos que este esté a la altura del reto.

Las elecciones al consejo de avecinan ¿Quién está hablando sobre este tema?

 


[1] United Nations Department of Economic and Social Affairs, Population Division. World Population Prospects: The 2012 Revision, Key Findings and Advance Tables.

[2] DANE. Proyecciones de población 2015.

[3] Townsend, A. M. (2013). Smart cities: big data, civic hackers, and the quest for a new utopia (First Ed.). New York: W.W. Norton & Company, Inc.

[4] Attour, A., & Rallet, A. (2014). Le rôle des territoires dans le développement des systèmes trans-sectoriels d’innovation locaux : le cas des smart cities. Innovations, 1(43), 253-279.

 

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